Kelli Reardon se somete dos veces al año a una resonancia magnética para detectar el cáncer de mama, una medida que, según ella, debe tomar para proteger su salud. Su madre murió de esta enfermedad a los 48 años, lo que aumenta el riesgo de Reardon, que además tiene un tejido mamario denso, lo que hace más difícil detectar un tumor en una mamografía.

Cuando Reardon se trasladó de Alabama a Carolina del Norte, no tuvo más remedio que pasar de hacerse la mamografía en un centro de diagnóstico por imagen a hacérsela en un hospital.

Entonces vio que las tarifas eran mucho más elevadas. Al principio, Reardon pensó que se trataba de un error: «Se equivocaron con la facturación», dijo. «Añadieron un cero sin querer»

No fue un error.

En esta entrega de la serie «Costly Care» de InvestigateTV y KFF Health News, Caresse Jackman, reportera nacional de investigación del consumidor de InvestigateTV, y Jamie Grey, directora de investigaciones, analizan cómo el tipo de centro médico en el que un paciente busca atención puede afectar al coste de esa atención, sobre todo cuando ese centro es un hospital.